Comienza el otoño y hay que retomar las tareas del campo que por causa del intenso calor no se podían hacer.
Hoy toca limpieza de la acequia principal por donde nos llega la entrada del agua del pozo, que por cierto es de pago. Hay mucho trabajo que hacer. Primero cortar los salados que parecen árboles y trasladarlos al lugar de quema para cuando llegue el día autorizado para ello. Luego quitar toda la tierra que ha caído del balate de la finca colindante. Éste es nuestro objetivo para hoy.
Para la tarde he dejado algo más placentero, la recolección. Este año, en invierno y primavera ha habido poca lluvia y por ello los gradados, las parras y los almendros han tenido poca producción. Las almendras ya la recogimos y no ha llegado a un kilo… de pena.
Los granados tienen el fruto muy pequeño y las parras los racimos son pocos y muy dulces. Pero tengo un granado especial porque lo plantó mi padre, será por el lugar donde está colocado que ha dado pocas pero muy hermosas granadas. Podeis verlo… me siento orgullosa de él, con el poco cuido que le he dado y lo fructifero que ha sido.
Estas son las uvas que hemos recogido. No había muchas pero son muy dulces. He querido presentarlas en este cesto hecho de esparto por un gran amigo y excelente persona. Se llama José Simón Clares, tiene una habilidad especial trabajando con el esparto. Quedan pocas personas que saben hacer este trabajo de gran calidad por sus diseños y por sus acabados. Podéis visitarlo en su facebook.
Me gusta volver aquí. Hay paz, se escucha sólo los sonidos de la naturaleza: el viento, el movimiento de las ramas de los árboles, algunas avecillas que emiten sonidos que deben ser sus cánticos, yo no las conozco…la luz, el sol calentando la piel. Me gusta, si ya lo creo.
Ahora estoy muy cansada y voy a comer y después tendré una buena y merecida siesta.