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Aniversario de la muerte de mi padre

Hoy hace un año de la muerte de mi padre.
Aún sigue vivo en mis recuerdos y en el de mi familia. Él está presente en el día a día de nuestras vidas. Sigue vivo aquí en esta tierra donde estuvo sus últimos años, en todas las cosas que construyó con sus manos: el horno de leña, la acequia, la nave de los aperos agrícolas, la compostera, los balates… en aquellos árboles que él plantó: las higueras, los granados, las parras. Su vieja radio sigue esperando a que él la encienda y juntos pasar agradables veladas escuchando cualquier programa de radio. Yo me siento aquí, en el pollo que él construyó sobre la acequia, y puedo ver lo mismo que él veía. Éstas son las mejores vistas, desde aquí se ve todo el valle.
Hoy iremos a tomar un vino y brindaremos por él, por la dicha de haberle tenido y haber compartido la vida junto a él. Por su grandeza de alma, por su saber perdonar y no guardar rencores. Por su buen humor . Por saber mejor que nadie jugar al subastado y luego hacer el juego «al revés» que era su mejor técnica. Por su fantástica memoria: sabía calcular mentalmente los ladrillos que se necesitaba para hacer una habitación, la cantidad de sacos de cemento que hacían falta, el número de losetas para el suelo…Solía decir bromeando que cuando muriera sería porque Dios necesitaría un albañil…
Se sabía el nombre de los planetas, de las lunas de Saturno y Júpiter…era un enamorado de la astrología. Sabía de geografía, de fútbol…
También brindaremos por sus manías, como él dijera de hacer una cosa de una forma ya era difícil convencerle de lo contrario. Por sus conversaciones sobre los políticos, conocía todas las novedades de los distintos partidos y le gustaba discutir sobre ellos. También recordamos con asombro cómo era capaz de desaparecer sin que nos diéramos cuenta, después de terminar la comida.
Se adaptaba a todo. Le gustaba las fiestas. Le encantaba el pescado. Esperaba con muchas ganas la llegada del fin de semana para estar con nosotros. Mi hija le ganó una apuesta y le debía un euro. Siempre estaban de pique. Con mi hijo ha disfrutado mucho de largas noches de juego de cartas y cubatas. De una aventura en la moto con sólo cinco euros en el bolsillo para ir a desayunar a la Venta del Pino. También hemos recordado como mi hijo buscaba un descuido para quitarle su gorra y comenzaban el juego… era algo entre ellos.
Alzamos las copas y brindamos por tí.

Otoño 2016 en el pueblo

Da comienzo el otoño dando un respiro a esta tierra castigada por el sol del verano. Parece que la tierra agradeciera esta tregua y comenzara a despertar ofreciendo su mayor tesoro: la vida. Las plantas vuelven a brotar en cada trocito de tierra seca. Siempre he pensado que esta tierra es muy agradecida porque con la más mínima humedad las semillas que están ocultas explosionan dando lugar a pequeñas plantas que con su verdor agradecen la vida.
La vida no se había perdido. Se tomó una pausa para poder sobrellevar el castigo del verano. Ahora todo le es propicio. Vuelve a surgir con fuerza y determinación. Con la confianza de que tiene unas estaciones por delante para seguir su curso. Hasta que de nuevo llegue el verano y tenga que dormitar.
La gente vuelve a sus quehaceres habituales. Los jóvenes a sus estudios, los adultos a sus trabajos.
El pueblo está sereno. Sus calles antes de la puesta de sol ya están vacías, pero aún no hace frio. Los vecinos cuando se ven se paran para comentar cosas cotidianas del día. No tienen prisa. A mí me miran de forma curiosa. No están acostumbrados a verme. Llevo mi cámara y voy haciendo fotos. A ellos les parece algo raro. Escucho sus comentarios y me sonrío. Yo si los conozco a ellos aunque no sepa sus nombres. Llevo muchos años en este pueblo.
El otoño es la temporada más interesante y gratificante que existe.
Me gusta este aire fresco. Yo también soy como esta tierra. Soy hija del otoño, época de rápidos cambios y de preparación para la llegada del invierno. Hay una frase importante para mí y que define el ahora de mi vida:
“Acepto mis miedos, mis altibajos emocionales y la incertidumbre. Porque estoy dispuesto a aceptar una vida fluida, perpleja y excitante”. -Carl Rogers-

Espero que os guste el recorrido que hice por el pueblo y os animéis a visitarlo después de ver este video.

Un chiste de motoazadas y de hombres.

Saben aquel que dice….

Llega un hombre todo preocupado al servicio técnico de su motoazada, y le comenta al Jefe de Taller,

«he perdido el tapón del 710»

el Jefe de Taller le contesta, ¿710…?

a lo que el apurado hombre le reafirma, «sí,sí, mi motoazada tenia un tapón azul que ponía 710 «

 

Tapón del 710
Tapón del 710